muy suave de donde están sus ojos.



El símbolo sólo es verdadero como tal cuando en su significado es inagotable e ilimitado, cuando en su lenguaje secreto expresa alusiones y sugerencias de algo inefable que no se puede expresar con palabras…”

Viatcheslav Ivanov





Atrás, muy suave de dónde están sus ojos, se empezaban a afinar una tras de otra las razones que la inducirían a evaporarse de velocidad a través de aquella complicada situación que la volvía un nudo en su propia garganta. En su cuerpo materializadas todas las palabras que hubiese podido decir junto a cada movimiento, la mayoría de las veces involuntario.

Un sí de entre sus labios apagados y resecos por la soledad de algunas horas se escuchaba; su boca inmóvil, débil, hablándole a los vacíos en su estómago sobre el silencio que abrazaba sus palabras y todo lo que parecía sonar a través de aquella misma complicada situación. El silencio se escuchaba envuelto en pedazos de su piel, sus ojos no evitaban esconder las húmedas posturas hacia las imágenes detrás de ellos mismos por temor a lo que pudiesen ver o a lo que pudiese ella imaginar.

- ¿Por qué movía el dedo índice como un reflejo y sin querer indicar nada?

Recuerdo la primera vez que escuché su voz, sus manos se deshacían a gotas como las mías, mi piel reconoció de inmediato las incontables reacciones que a gritos nuestros cuerpos más tarde reflejarían en cada uno de sus encuentros siempre silenciosos y desconcertantes; íbamos a parecer animales decapitados y sin orientación, con la agudeza particular de quien acaricia un cuerpo ajeno y reconocible en su totalidad, mucho más allá de las vidas que nos habían mantenido alejados hasta hoy… hasta el día en que por primera vez escuché su voz.

Yo tampoco parecía decir nada, ni siquiera moverme al caminar en círculos por aquella complicada situación, de seguir así me volvería infinito y no sabría entonces qué demonios hacer con los recuerdos que perfectamente podría resumir en su aliento y en las ventanas estrechitas por las que alguna vez vi sus ojos al mirar el cielo.

Su dedo índice seguía disparando direcciones sin sentido aparente, entonces empecé a dudar del lugar exacto de la puerta de salida, ella llevó su cuerpo hasta ese lugar y una vez más respiré su piel.

No sé si dijo adiós, ni siquiera sé si se fue, no salió por la puerta de salida y eso no es lo que más me llama la atención; tal vez si abro mis ojos esté ahí, ella o yo, sinceramente me da igual.



hjuo.

hjuo alonso

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