Soslayar el mal de mi.
Sólo falta que me falte la respiración
y que me cueste recordar mi nombre alguna vez;
me gustaría ser como una sombra si no soy
y tener la flotable característica de efervescer.
Sólo falta que mi parte animal se evapore
y entonces me cueste no pensar;
como desplazado,
a un costado de mi:
(si te mueven entre varias personas
que se acercan así de repente hasta ti
y te sacuden sin apacibilidad:
imagina qué sería entonces de tus órganos internos,
imagina qué sería de tu estómago,
imagina que tuvieras dos
y sintieses ganas de vomitar.)
Moverse.
Las cosas se mueven herméticas y nosotros ilusionados detrás de ellas parecemos danzar por los aires, tomar a las cosas de la mano o por los cuernos y movernos herméticos con ellas, mimetizándonos con las paredes que conforman su particularidad corpórea y material.
Las cosas dependen de nuestra capacidad de separar en muchas partes las partes de nuestro cuerpo; de poder estar aquí y allá a la vez y sin que suene extraño; dependen de nuestros ojos cerrados en medio del silencio y de inventarnos silencios en medio de ciudades como esta; las cosas hubiesen podido no ser, pero son. Las preguntas hacia ellas deberían cambiar. Las cosas no se destiñen, no se pueden desteñir; no se puede obviar siquiera su existencia, sería como obviarnos a nosotros mismos de las cosas y querer cambiar de rostro aparentando uno normal.
Somos un infinito e inconsistente tumulto de cosas que nos han hecho lo que somos, que han texturizado desde nuestras palabras hasta nuestras irremediables maneras de amar. Cosas tangibles, intangibles; embutidas casi siempre en las fronteras de nosotros hacia los demás.
Pero a uno se le va la mente por ahí y te encuentras de repente huyéndole a canciones entre cuadras, intentando soslayar el mal de ti; las cosas no siempre son como son.
La piel no se nos deja de caer.
hjuo.
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